Por Charlie Núñez
Existen guerras no declaradas entre las partes, que causan peores daños que las anunciadas, ya que estas últimas por lo menos generan preocupaciones y mediaciones de terceros.
Aunque nunca se ha declarado, nadie puede alegar ignorancia con respecto a las hostilidades manifiestas entre Danilo Medina y Leonel Fernández, las dos figuras más destacadas de la obra más importante del profesor Juan Bosch, que es el Partido de la Liberación Dominicana.
Los dos expresidentes de la República por dicho partido, junto a otros dirigentes, con una relación casi de hermandad, llevaron la voz cantante en fortalecer la organización hasta llevarla al poder y convertirla en una entidad que parecía invencible.
Fue en el 2007, año en que el licenciado Danilo Medina Sánchez intentó alcanzar la primera magistratura del Estado, al tiempo que el doctor Leonel Fernández Reyna hacía sus aprestos para optar por un segundo mandato, que en ese momento le permitía la Constitución de la República, cuando se comienzan a manifestar distanciamientos que concluyeron en la división del PLD en el año 2019.
Aunque hubo otras razones, fue la división de Leonel y Danilo, que, por cierto, nunca fue del agrado de la mayoría de los seguidores de uno y del otro, aunque le hayan acompañado en esa aventura, la principal causa que llevó al partido morado a la oposición después de 16 años consecutivos en la conducción del Estado.
En parcelas distintas, hoy los responsables de los éxitos del partido y de las ejecutorias de sus Gobiernos pagan junto al país y el pueblo las consecuencias de una separación sin sentido que nunca debió ocurrir.
El 2024 ofreció la oportunidad de corregir el error; sin embargo, ambos líderes, de nuevo sin excusas, decidieron transitar el camino del distanciamiento al firmar unos acuerdos que el más grande de los optimistas se daba cuenta de que estaban siendo forzados por las circunstancias y por gente que no le interesa ser parte de esos pleitos.
El 2028 representa una nueva oportunidad, que al día de hoy es un anhelo del país, del pueblo y de los militantes de las fuerzas vivas que aspiran a un mejor destino y de muchos que se han dado cuenta de que fueron estafados por los promotores del “cambio” que hoy nos dirigen.
Sin embargo, una vez más, Leonel y Danilo representan las interrogantes y las dudas de si dejarán a un lado sus diferencias para salvar al país o preferirán que siga el desorden, el caos y la incertidumbre.
El camino no es enfrentar al PLD y la Fuerza del Pueblo; el camino es la unidad. Cuando Leonel juramenta peledeístas, es como si cortara ramas de su propio árbol, debilitándolo, y cuando Danilo le hace planteamientos que distancian a los peledeístas de los pueblitas, también hiere de muerte al árbol que ambos deben cuidar si quieren ver los frutos que de ahí deben surgir.
No me cansaré de repetir a los aspirantes a la candidatura presidencial de los partidos de oposición que se fajen a trabajar por sí solos, si quieren posicionarse como candidatos con números considerables, pero la parte institucional lo que debe es trabajar movilizando las organizaciones en función de las candidaturas locales y la oposición local, los que mejores se posicionen, que sean tomados en cuenta para conformar las boletas en torno a un acuerdo de unidad de la oposición.
En cuanto a Leonel y Danilo, deben tomar en cuenta que, además de haber sobresalido por poseer determinadas condiciones, son depositarios de la confianza de muchos hombres y mujeres que confían en ustedes para pilotear la nave de manera segura, no para que la estrellen con todos dentro en una lucha personal.
Es tiempo de no perder el tiempo, Leonel, Danilo, el pueblo y el país les esperan y la historia les juzgará.