Manila.- En paralelo al brote del nuevo
coronavirus que se gestó en China y que ya ha cruzado una veintena de
fronteras, la chinofobia se propaga por el mundo, en particular por sus vecinos
del Sudeste Asiático, donde el rechazo a los chinos no es nuevo.
En
las últimas semanas han proliferado en las redes sociales de Filipinas,
Indonesia o Vietnam multitud de mensajes de odio hacia los chinos, a los que se
identifica casi automáticamente como transmisores del patógeno, y reclamos para
que sus respectivos gobiernos blinden sus fronteras a los nacionales de China.
En
Filipinas, donde se ha registrado la primera muerte por el nuevo coronavirus
fuera de China -un turista chino que visitó tres islas diferentes-, las redes
sociales hierven con mensajes xenófobos que asumen que todos los chinos son
focos de enfermedades y reclamos al presidente Rodrigo Duterte para que vete su
entrada al país.
“Difundir
noticias falsas y mensajes racistas y xenófobos puede ser más peligroso que el
virus en sí mismo, ya que causa confusión, miedos, rencor e inestabilidad”,
lamentó el presidente de la Federación de Cámaras de Comercio Filipino-chinas,
Henry Lim Bon Liong, prominente figura de la influyente comunidad
filipino-china.
ESCASEZ
DE MASCARILLAS
La
confirmación del primer caso de coronavirus en el país -una turista china,
esposa del fallecido- el 30 de enero desató paranoia entre los filipinos, que
se lanzaron a la calle a buscar mascarillas y desinfectantes, que pronto se
agotaron.
En
Binondo, el chinatown de Manila -el más antiguo del mundo-, varias farmacias
colocaron carteles que informaban de que el limitado “stock” de mascarillas se
vendería “solo a filipinos”, discriminando así a la comunidad china del barrio.
Personas
que se niegan a compartir ascensor con chinos o que se tapan la boca cuando se
cruzan por la calle con ellos son escenas habituales estos días por Filipinas.
Otro
episodio xenófobo lo protagonizó la Universidad Adamson de Manila, que mandó
una circular solicitando a sus estudiantes chinos que se abstuvieran de
regresar a clase en 14 días, el plazo de cuarentena, con el único criterio de
su etnia. La indignación traspasó los muros de la universidad, que tuvo que
disculparse.
La
situación ha obligado a pedir respeto hacia los chinos a congresistas y
oficiales del gobierno, incluido Duterte, cuyo mandato ha vivido un aumento de
trabajadores chinos en negocios poco transparentes, lo que ha agudizado el
sentimiento antichino.
“China
ha sido amable con nosotros, deberíamos devolverles el favor y frenar la
xenofobia”, instó anoche el mandatario en su primera comparecencia sobre la
respuesta al coronavirus.
La
etiqueta #OustDuterte (expulsar a Duterte) ha sido tendencia en Twitter con
mensajes que recriminaban al mandatario desatender su obligación de proteger a
los filipinos y exponerlos al coronavirus al permitir la “entrada masiva de
chinos” para no disgustar a Xi Jinping, su gran aliado.
Las
disputas territoriales en el Mar de China Meridional no sólo han tensado la
relación de China con Filipinas, sino también con Vietnam, donde el miedo al
contagio ha exacerbado la habitual hostilidad con China, alimentada por siglos
de guerras.
TURISMO
CHINO
En
Vietnam, con ocho infectados, la discriminación se ha hecho más patente en lugares
con fuerte afluencia de turistas chinos, como Danang, donde un hotel fue
llamado al orden por las autoridades por colocar un cartel en el que negaba la
entrada a chinos.
Paradójicamente,
la prensa oficial está denunciando cómo millones de vietnamitas repartidos por
el mundo están sufriendo esa misma discriminación al ser confundidos con
chinos.
En
Indonesia, donde el racismo y la violencia sectaria contra la minoría de etnia
china se remontan a décadas atrás, el pánico por la expansión del virus ha
provocado protestas contra la llegada de turistas chinos y los más de 200
indonesios evacuados desde Hubei, epicentro del brote.
Aún
sin ningún caso confirmado, los bulos racistas han proliferado en las redes
sociales de Indonesia, con mensajes que advierten del contagio del coronavirus
a través de teléfonos de la marca china Xiaomi o que piden la expulsión del
archipiélago de sus nacionales de etnia china.
La
etiqueta “No aceptamos turistas chinos” es viral en Tailandia, a pesar de que
China es su mayor fuente de visitantes con casi 11 millones en 2019, y algunos
taxistas no aceptan pasajeros chinos a raíz de que un conductor se contagiara
con el coronavirus.
Sin
embargo, con 19 casos confirmados, en Tailandia no se percibe un rechazo
manifiesto hacia el turista chino y los establecimientos que vetan su entrada
justifican la medida por razones de salud.
“No
es racismo, es salud. La OMS ya declaró situación de emergencia. Ustedes chinos
no deben salir a la calle porque no saben si están infectados”, escribió en
Twitter una usuaria, quien se quejó de que los turistas chinos acaparan
mascarillas.
En
Singapur y Malasia, algunos internautas han reaccionado al brote con sarcasmo
al afirmar que la crisis no puede durar mucho porque es “Made in China”, una
broma sobre la supuesta mala calidad de los productos chinos.
Otros
comentarios sugieren que el brote es un castigo divino por el trato de la
minoría musulmana uigur en China o hacen referencia irónica al dicho de que
“comen cualquier cosa de cuatro patas menos las mesas y cualquier cosa de dos
patas menos una persona”, en alusión al consumo de murciélago, supuesto origen
del coronavirus.
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